Palabras por el mundo

martes, 28 de agosto de 2012

EL ARTE DE VESTIR


Pepe el Sastre marica de nacimiento, artista en el arte, Arte de vestir. Esa que dominaba a la perfección. Pepe era conocedor de la moda, de la tendencia y con gran delicadeza plasmaba el alma, del que tenía que vestir. En Villa Conejos todo el mundo lucia sus ropas, parecía un pueblo de cuento. Los niños parecían ángeles, las mujeres princesas y los hombres eran los más apuestos del condado.
El secreto de Pepe era mostrar la belleza interior de cada persona. Claro está, que en todo pueblo existen personas detestables. Pero tal era la fama de Pepe, que las gentes del lugar hacían lo imposible para lucir bondad. Así el bueno de Pepe les haría la ropa perfecta, el conjunto soñado, para una vida de ensueño. Villa Conejos era un lugar casi mágico. Entre el arte de Pepe y la buena conducta del sus gentes, este pueblo parecía el lugar perfecto. Poco tiempo hubo de pasar hasta que la fama del lugar llegase a nuevos pueblos. Turistas de todo el reino llegaban a Villa Conejos. Eran atraídos por las buenas atenciones, la belleza del lugar y como no, por el arte de Pepe.
Un día llegó al pueblo el Guillermo III el justo. Este rey conocedor del don de Pepe trajo consigo a sus cuatro hijos. Sabía de buena tinta, que Pepe el Sastre hacía sus ropas según el alma de cada persona. El rey Guillermo quería conocer cual de sus hijos sería merecedor de heredar su reino, y por lo tanto ser el próximo rey justo.
Pepe el Sastre recibió al rey en su propia casa. Habló con él durante muchas horas. Cuentan que tantas horas habló con el rey, que el vino del pueblo se terminó, las prostitutas del pueblo hicieron su agosto y algún niño  se hizo mayor. Pero la negociación llegó a buen puerto, el rey Guillermo se salió con la suya y el bueno de Pepe con un gran dolor de rodillas atendió las exigencias del rey. Eso sí, los cuatro herederos deberían estar cuatro meses en el pueblo. Cuatro meses en los que no serían príncipes, sino ciudadanos de Villa Conejos. Es decir, vivir y trabajar como uno más del pueblo. Así  con el trato firmado, el rey Guillermo partió con su corte y dejó a sus cuatro hijos.
Cuatro meses pasaron desde la visita de Guillermo III. El Rey vuelve a Villa Conejos con su sequito y se reúne con Pepe el Sastre. Este le recibe con sus cuatro hijos a la puerta. Estos hijos ya lucen ropas nuevas.
El rey Guillermo mira a sus cuatro vástagos y sus nuevas ropas. Los examina de arriba abajo. Manda dar un paso a delante a cada hijo al grito de: ¡HIJOO! Y es así, como comienza la escena.
¡HIJOO! - Y el primero de sus hijos da un paso a delante. Es el hijo mayor, está vestido con un saco de patatas. De calzado lleva una especie de platos puestos en los pies.  El rey Guillermo pregunta a Pepe.
-          Me puedes explicar, ¿cómo mi hijo mayor está así vestido? Es un vagabundo, tal vez.
A lo que Pepe responde: - Perdóneme mi Rey. Su hijo no es un vagabundo. Es un delincuente, un asesino. Su trabajo en el pueblo fue en una granja de pollos. Los cuales murieron todos o de hambre o por sus magistrales clases de tiro.      
El rey Guillermo responde. – Está claro que mi hijo mayor es una bestia parda. Y justa es su vestimenta. Y su castigo  bien recibido. ¡HIJOOO! Tú nunca serás rey.
El rey Guillermo llama a escena a su hijo menor.
-          ¡HIJOO!
Este hijo menor luce unas pieles sin curtir e ensangrentadas. No lleva calzado, sus pies están mugrosos y negros por la tierra. El rey pregunta a Pepe.
-          Me quieres explicar el motivo de que mi hijo luzca tal monstruosidad. ¿Qué debe hacer un joven para vestirlo así?
A lo que Pepe responde:
-          Su hijo, mi rey. Es detestable. Su trabajo en el pueblo consistía en ayudar en la posada del pueblo. Pero él solo sabía ayudar de una manera. Aligerando el trabajo con la muerte de sus clientes. A quienes luego de muertos les robaba sus dineros.   
El rey Guillermo responde. – Está claro que mi hijo menor es una bestia parta. Y justa es su vestimenta. Y su castigo  bien recibido. ¡HIJOO! Tú nunca serás rey.
El rey Guillermo llama a escena a su siguiente hijo.
-          ¡HIJOO!
Este hijo luce una preciosa vestimenta azul turquesa. Sus pies son engalanados con unos zapatos del mismo color. El conjunto de este príncipe es un sueño. Es más este príncipe parece sacado de un cuento de hadas.
-          Muy guapo, este vástago mio parece un principito de cuento. ¿Qué  debe hacer un joven para vestirlo así?
A lo que Pepe responde:
-          Su hijo es un ángel. Trabajó duro en la panadería. Cuando Rodrigo, el panadero perdió a su hijo, el suyo majestad fue un bálsamo de alegría. Gracias a él su pérdida pareció menor de lo que fue. Además fue muy educado con todo el pueblo. Y rápidamente se ganó el cariño y afecto de todos.
El rey Guillermo responde. – Está claro que mi hijo es un ángel. Y justa es su vestimenta y grandes sus virtudes humanas. ¡HIJOO! Tú nunca serás rey.
El rey Guillermo llama a escena a su último hijo.
-          ¡HIJOO!
Este último hijo aparece vestido tal y como había venido. El rey sonríe, su gesto por primera vez se vuelve amable. Y con gran alegría dice:
-          ¡HIJOO! Tú y solamente tú serás rey.

El rey Guillermo se reúne de nuevo con Pepe el Sastre. Acuerdan un precio justo por su trabajo. Pero Pepe se niega a cobrarle sus servicios. A cambio quiere saber el porqué de su decisión. Al rey Guillermo le parece justo, le responde.
-          Como bien sabrás un rey nunca ha de ser odiado. Nunca puede ser malo, puesto que si él es malo. El pueblo que entiende de justicia, hará justicia con él y pondrá fin a su reinado. Pero un rey no puede pecar de bondad. Puesto que un rey demasiado bueno, será tomado por el pito del sereno. Su pueblo le exigirá, le pedirá lo que parece justo. Y si este cede siempre, nunca reinará pues será su pueblo quien tome decisiones. ¿Lo entiende Pepe el Sastre?

-          Lo entiendo mi rey. Pero porqué motivo escoges al único hijo que nada hizo. Que simplemente se comportó como si estuviese en corte.  

-          Porque ese Pepe. Ese será el “justo”. Yo no tomo decisiones, únicamente hablo cuando me toca hablar. Digo lo que me dicen que diga. Y aparento ser quien debo ser. Ese es el motivo por el cual, mi hijo que nada hizo, será rey.
   Así con esta explicación se marcha el rey con sus cuatro hijos. Pepe el Sastre sigue siendo el sastre del pueblo. Villa Conejos sigue siendo un pueblo de ensueño. Pero con el paso del tiempo Pepe se da cuenta que sólo es un sastre. Que captar la atención de sus clientes con la belleza de su alma, no lo hace mejor, sino más tonto. Es así, como Pepe de oficio sastre decide vivir sus años en este mundo haciendo ropa. Ya nunca más trabajó con el alma humana. Porque lo que uno es, es y nada más. 

6 comentarios:

  1. Es perfecto en contenido y continente. Me encanta cuando vas más allá de los poemas, sin desvalorar la dificultad de su creación, pero tus relatos y cuentos siempre hacen pensar. Por mi un PROTEC!!!!. FELICIDADEEEEESSS!!!!

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    1. Muchas gracias por los alagos. La verdad es que cada vez disfruto más escribiendo relatos o Cuentos como este. ME alegra saber tu opinión. GRACIAS y un Abrazo

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  2. David, me quito el sombrero. Has logrado la credibilidad de la historia, al tiempo que fascina y se hace disfrutable. Saludos

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    1. Gracias Alvaro! me alegra saber que te ha gustado. Un abrazo

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  3. Una magnífica reinterpretación de la idea del cuento original. Me ha encantado.

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    1. Gracias por tu apreciación, pero esta vez pensaba que jugaba y creaba algo nuevo. No he jugado intencionadamente con un clásico. Pero como se suele decir: "lo original ya fue escrito".

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