Gracias a las películas americanas, nos enamoramos con
facilidad de la perfección. Vemos grandes historias, grandes personajes que
tienen un sueño. Y como no, lo consiguen. Vemos como el dinero nace de los
arboles. Como las grandes gestas se realiza en hora y media. Finales felices
para todo un gran público. Que anonadados, nos lo acabamos creyendo. Sin preguntarnos
lo más mínimo. Que hay de real y que de mentira.
Una de esas historias de película, la vivió una amiga mía,
Karen. Ella era la perfección hecha carne, con cuerpo de modelo y cara de muñeca de colección.
La conocí en mis años tontos por Facebook. Habitualmente seguía sus
actualizaciones y fotos. Y poco a poco, fue componiendo una historia. La historia
de la vida de Karen.
Karen era esa chica que tocó el cielo a muy pronta edad.
Estudiaba en un colegio privado en los Angeles, en donde era animadora. Bueno animadora,
redactora jefa del departamento de comunicación, actriz principal en obras de
teatro y musicales, etc… lo que se puede resumir, como la envidia cochina del
instituto, la Top de la Jet set.
Os preguntaréis como sabia tanto de Karen. Pues es sencillo,
Karen a parte de ser todo eso en el instituto, era modelo de lencería en sus
ratos libres y colgaba las fotografías de estudio en su perfil de Facebook. Así
era, como día a día esperaba impaciente por una actualización de su perfil.
Al terminar su etapa de reina del instituto. Karen se marchó
a California. Allí estudio una carrera. El estudio le obligó a abandonar su
etapa de modelo. Pero aun así, seguí todas sus actualizaciones como buen voller.
Ahora esta etapa se volvió aun más divertida. Fiestas, alcohol, exhibicionismo…
Todo parecía salir de American Pie. Todo fue divertido hasta que conoció a
Kevin.
Kevin era su novio, su primer amor. Un príncipe azul sacado
de una revista del “Men health”. Era de cuerpo atlético, jugaba
al fútbol americano como quarterback. Así fue como consiguió su beca, para
entrar en la universidad. Estudiaba económicas o algo así. Pero según contaba
en su perfil, su sueño era ser cantante o ser actor.
Ahora todas sus actualizaciones eran del palo. Kevin y yo en
la casa del amor, Kevin y yo en la playa. Kevin y yo con nuestro hijo (un
perro). Kevin, Kevin, Kevin…. Poco a poco fui perdiendo las ganas de ver su
Facebook. Pero aun así, de vez en cuando le echaba un ojo. Así fue como me
enteré que se casaron, que se fueron a vivir a Mahattan, que Kevin consiguió un
trabajo como agente inmobiliario, etc… Es decir una mierda en vinagre. Toda mi ilusión
y gozo fueron a pasar a un pozo.
Pero el tiempo pasó. Y descubrí que aun teníamos cosas en
común. La cocina. Karen era una excelente cocinera. Subía sus recetas con
imagen incluida. Postres, primeros platos, segundos, salsas… una delicia para
el paladar y para la vista. Esta pasión por
la cocina vino por dos motivos: Uno Kevin pasaba mucho tiempo fuera de casa y
ella se aburría. Y el segundo, conocer a Gary. Gary era su amigo gay. Su amiguísimo
del alma, lo conoció porque se lo presentó Kevin. El cual le vendió una casa chulísima
de dos plantas. Gary era superapañado y majo. Era grande y fuerte, normal era
de color. O como le decía Karen de chocolate dulzón. Karen y Gary cocinaban
mucho juntos, iban de compras, salían de fiesta, realizaban cocteles… Además
Kevin se sentía seguro con Gary.
Con el paso del tiempo cada vez aparecía más Gary en sus
vidas. Ahora ya no sólo salía con Karen. Sino que cada vez más, hacia cosas con
Kevin. Karen lo explicaba diciendo: “Es que Kevin es muy abierto. Es todo un
liberal”.
Efectivamente Kevin se pasó de liberal a libertino. Pues
nuestra amiga Karen de tanta buena comida cogió esos kilos de más. Tanto pesó
cogió, que pensé que estaba embrazada. Pero en realidad lo que estaba era gorda.
Y Kevin y Gary cada vez más unidos. Tanto unidos que Karen en una noche los
pilló jugando a los “trenes”. Kevin le
dijo que era por probar.
No penséis que con todo esto se dejaron. Aún siguen viviendo
juntos, pero Gary ya no aparece en las fotos. Es normal que la reina y el rey
del baile, sigan bailando en su maravillosa pista. Como ya sabéis, en las películas
acaba triunfando el bien. Y en esta historia no va a ser distinto. Eso sí, lo
que yo tengo muy claro, es que no todo lo que brilla es oro. Y
que en el Facebook se olvidan de colgar fotos como esta.
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