Palabras por el mundo

viernes, 11 de mayo de 2012

LA MUJER DE CUERPO INERTE


Alicia era una muchacha joven, sonriente pero de cuerpo inerte. En su boca siempre una sonrisa, un gesto amable. Pero sus manos largas y finas permanecían si vida. De hombros caídos, de respirar leve. Así pasaba su día a día.

Alicia soñaba con ser vedet, ser una de esas mujeres de vida alegre. Una mujer que derrocha energía, vigor, carácter y sensualidad. Pero ese sueño cada día parecía más lejano. Ella era buena estudiando, memorizando palabras. Lectora habitual de libros fantásticos. En donde los hombres portan espadas y matan dragones. Era consumidora de televisión, pero sólo de espectáculos y programas de talentos.

La vida de Alicia era monótona, aburrida. Un día en su vida, no era más que otra página en blanco de un libro que jamás quiso ser escrito. Pero como todo en esta vida, hay pequeños instantes que nos ofrecen un giro inesperado.

 Alicia vuelve de clase,  cargada con una enorme carpeta y un ciento de libros. Camina distraída, en su mundo de yupi. Camina despacio pero constante. Cuando de repente, casi es arroyada por una motocicleta. En milésimas de segundo todo lo que sus endebles brazos transportaban, vuela por los aires.

Alicia asustada comienza a llorar. La gente la rodea y el motero detiene su fugaz motocicleta para socorrer a la desconsolada Alicia.

El chico quita su casco dorado, deja ver su enorme melena rubia. Aparta su pelo y mirando a los ojos de afligida Alicia, dice:
-         
- Pequeña. ¿Te encuentras bien? Alicia no lo mira, pero el chaval insiste. – Fue sin querer, no te quería asustar. ¿puedo hacer algo por ti?

Mientras decía esto. El joven recogía el montón de folios del suelo.

Alicia levanta por fin la mirada del suelo, se seca las lágrimas y sorprendida observa al joven motero. Con miedo y titubeante le responde;
-          Tranquilo, estoy bien. No ha sido nada.
-          ¿te llevo a casa? Le pregunta el joven. Ella sin palabras responde, coge la mano del joven y se monta el la motocicleta.

 Nunca se había montado en nada así. Y lo más extraño no teñía miedo, si no todo lo contrario. Le gustaba lo que estaba experimentando. Esa golpe de aire fresco, esa sensación de poder y vitalidad. Era algo hermoso.

Al llegar a casa Alicia se despide afectuosamente del joven. Le da las gracias y un fuerte abrazo. Algo en Alicia había cambiado.

 Unos meses después del suceso. La vida de Alicia era otra, había cambiado por completo. Ahora ya no veía programas de talentos, ni sentía envidia de las vedets. Ahora recorría tramos de carretera, a lomos de su motocicleta. Ahora se sentía enérgica y con vida. Ahora era, una nueva Alicia.

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