Yo no tengo la respuesta a la felicidad perpetua. Pero lo que sí sé, es lidiar en el día a día. Sé que debemos ser lo más fuertes posibles. Mentalizarnos para hacernos fuertes y así poder hacer frente a los malos momentos. Intentando conseguir nuestro fin, vivir. Vivir el mayor tiempo posible feliz.
Así juntando mis pensamientos con el poder de la palabra. A mi mente viene este texto que hoy comparto con vosotros.
Cinco segundos para derrumbarse, para dudar. Cinco segundos para ver como nuestro mundo se desploma ante nuestros pies. Para comprender que lo que un día fue ahora ya no es.
Ese es el tiempo, justo y necesario. Cinco segundos de dudas e angustias. ¡Pero al cuerno todo esto!. Cuando estos cinco segundos terminen. Pasado ese tiempo, nuestras cabeza levantaremos al cielo. Abriremos bien los ojos y veremos así, ese nuevo mundo. Escogeremos un nuevo camino y comenzaremos a andar. Sin dudar, sin mirar atrás. Porque sólo esos cinco segundos podrán detener nuestro caminar. Porque sólo ese tiempo podremos dudar.
Nunca fue, nunca será el miedo un buen compañero. Por eso nunca lo escogeremos.
Y aunque el mundo se desplome una vez, dos, o tres... Seguirá siendo nuestro. A nuestro antojo viviremos, nos equivocaremos. Porque sólo nuestros errores nos hacen únicos.
Y por eso, mientras nos quede aliento. Dudaremos durante esos cinco segundos, para luego seguir viviendo, que es lo nuestros.
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