MADRE TIERRA, a ti hoy me encomiendo en estos tiempos de
locura, en los que el mundo se ha vuelto idiota. Se han olvidado de ti, de tu
bondad y enseñanzas. Se han olvidado de tus principios y han comenzado una caza
de brujas. En este mundo loco ha comenzado una guerra con dos grupos. Grupos
absurdos en los que parece que estás obligado a combatir.
Yo me niego. Me niego porque tengo sentido, porque aún
recuerdo otros tiempos. Tiempos de convivencia contigo.
Recuerdo los primeros hombres de la Tierra. Esos a los que
tú dejaste campar en libertad. Esos mismos a los que diste de comer de tus
entrañas y de todo lo que campase por ti. Cereales, verduras, frutas y carnes.
Carnes que con respeto se comían. Eran el sacrificio que tú hacías para poder
vernos, para tenernos dentro de tu seno.
Recuerdo también a las tribus que con tributos de sangre te
pagaban. Un homenaje a tu persona, a tu deidad, porque abandonaban así su
alimento para mostrarte su cariño. Recuerdo a las tribus indias. Esas con
plumas en las cabezas, esas que respetaban tu presencia y hacían que cualquier
majar, fuese animal o planta, no cayese en el olvido, sino que fuese el
sacrificio de mantenerse vivos.
Recuerdo a las gentes que, en épocas de no tanta escasez,
celebraban la matanza como una fiesta. La fiesta de la vida, porque ese animal
muerto serviría de alimento para toda una larga temporada. Una temporada en la
que no tendrían que preocuparse por el agua que cayese del cielo.
Pero parece que lo que yo recuerdo ha caído en saco roto,
que este mundo lo ha olvidado. Cierto es que con tu cuerpo han hecho negocio,
ahora venden a tus hijos por monedas sucias. Monedas que engordan los bolsillos
de los que ya están bastante gordos; ya no de cuerpo, sino de peso. Peso de
dinero que ha corrompido sus almas. Pero también es cierto que muchos utilizan
tu nombre en vano, intentando incendiar una sociedad que ya está en llamas.
Estos se hacen pasar por súbditos tuyos, pero la verdad es que no se dan cuenta
de que lo único que hacen es incendiar corazones, separar a una raza que ya se
separa por sí sola en luchas absurdas. Unos te olvidan por beneficio, otros te
olvidan por… porque se olvidan del pasado. Y en medio me encuentro yo,
intentado hacer lo que tú nos pediste. Vivir, vivir por respeto a ti y a nosotros
mismos. Vivir con lo que tú nos das, respetando siempre el límite de lo lógico
y permitido.
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