Javier estaba desanimado. Su carácter había cambiado con el
paso del tiempo. Se sentía mal, la ansiedad le había cambiado. Ya no tenía el
ánimo de antaño.
Esta ansiedad era fruto del momento actual. Javier veía como
el mundo se había vuelto loco. Ahora navegaba entre; Y si… Un mar de dudas. Y
su bote de vela era arrastrado por una corriente de miedos e incertidumbre.
Esto acababa con el buen humor e incluso con todas sus expectativas de vivir.
Teresa era su pareja, veía como Javier lentamente se
consumía. Ella era totalmente consciente del momento actual. Su fututo también
era incierto, y alguna vez también era arrastrada por los miedos de Javier.
Pero Teresa quería a Javier. Lo amaba con todo su corazón. Sabía que tenía que
frenar ese sentimiento de autodestrucción.
Una mañana de domingo, estando los dos en cama. Teresa llamó
la atención de Javier, y comenzaron a hablar.
-
Javier amor ¿Qué te pasa?
-
Ya lo sabes. Está todo tan complicado… No hay
mas que noticias de gente parada… Son millones ya. Y la cosa parece que nunca
terminará. ¿Qué será de nosotros?
Teresa le acarició la cara, sonrió y le dijo:
-
Cariño escucha. Mis abuelos nacieron el año de
la Guerra. Cuando parece que nadie recuerda el amor, que este queda en un
segundo plano. Fruto de la pasión y de la vida misma, sus padres le dieron la
vida. Se criaron en el campo, en la mismísima post-guerra. Eran tiempos
difíciles, mi abuela aún hoy recuerda la famosa “cartilla de racionamiento”.
Eran tiempo tan complicados que la gente emigraba: Suiza, Alemania, Francia…
por toda Europa se buscaba la vida. Pero ellos decidieron quedarse.
Mi abuelo tuvo mil y un trabajos
diferentes. Compartieron casa, vivieron de alquiler y pasó tiempo hasta que
tuvieron su propia casa. Tuvieron sus hijos y los criaron.
¡Míralos ahora! Son felices y tienen una
vida digna, normal. Sé que muchas veces hablan de cosas que pudieron hacer
mejor. Hablan de esas oportunidades que dejaron escapar.
Pero Javier. Porque no hacemos nosotros lo
mismo. Porque no esperamos a los 80 años para pensar en la vida. En lo que
pudimos hacer y no hicimos. Porque no nos dejamos de lamentar y comenzamos a
vivir. Disfrutemos del presente, de nuestras posibilidades y virtudes.
Hagámoslo lo mejor posible, vivamos nuestras vidas juntos, los dos. Unidos y
sin miedos. Apoyémonos el uno en el otro. Los dos fuertes y sin miedos. Seamos
un tándem que ni el viento más fuerte pueda tumbar.
Javier emocionado por las palabras de Teresa, sonrió. Hacía
mucho tiempo que no se sentía así. Tan fuerte, tan a gusto consigo mismo.
Parecía que se había quitado todo el peso del mundo. Javier arrastró sus pies
por entre las sabanas, hasta encontrar los de Teresa.
Teresa a su vez respondió acercándose aún más a Javier. Hasta
el punto de que sus cuerpos se unieron en un cálido abrazo.
Ahora Javier se sentía aliviado. Sus temores habían sido
disipados por las palabras de Teresa. Ahora todo, estaba claro.
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