Palabras por el mundo

jueves, 27 de septiembre de 2012

Palabras mudas

A palabras mudas
Silencios largos.
El que no quiere saber
Tampoco quiere entender.

Silencios mudos,
Extraños momentos,
En donde el cuerpo se
Vuelve estómago.

La tranquilidad queda expectante
En el espectáculo de la vida.

Es tiempo de sudores fríos
De malos momentos
De recuerdos perdidos.

A palabras mudas
Silencios largos.
Expectante tranquilidad
Que espera el momento de
Volver.  

domingo, 23 de septiembre de 2012

Como somos pocos, jugamos al volleyball


Las tardes de verano son calurosas, largas y tediosas. Por eso, siempre necesitábamos una forma de pasar el tiempo. De conseguir que el verano no pasase sin pena ni gloria. Y lo que mejor podíamos hacer,  era practicar algún deporte. Y eso es lo que hacíamos.

Hace tiempo éramos cien. Por decirlo de alguna manera. Cien, cien nunca fuimos, pero si los suficiente para tener que hacer dos o tres equipos de fútbol. Jugábamos a turnos, al rey de la pista. (Frase que dentro de poco cambiará su sentido).  Antiguamente el “Rey” era el que ganaba. El equipo que caía o perdía era el que abandonaba el juego. Ahora… ahora tendrá que ser al revés, el equipo que cae derrotado será el “Rey”. ¡Gracias, Juan Carlos un palo!

 Pero lo importante en la historia es que éramos tantos que podíamos jugar toda la tarde al fútbol, y sin descanso. Pero ahora ya no somos tantos. No se puede decir que quedáramos los mejores. Si soy sincero, pienso que todo lo contrario. Los mejores están en otros países, otros lugares fantásticos en donde la “crisis”, la “prima de riesgo” y la madre que los parió no tienen tanta presencia. Una cosa está clara. Me alegro por ellos. 

Pero claro está lo que claro se presenta. El cuerpo de un joven necesita acción, necesita una presencia física. Necesitamos los que quedamos un aquel, un algo que nos haga sentirnos vivos y jóvenes. Un deporte que nos diga que nuestros cuerpos aún siguen vivos. Una manera de liberar tensiones y frustraciones. Pero no sólo necesitamos que nuestros  cuerpos experimenten el cansancio y la realización de una actividad física. Necesitamos también esa unión, esa sensación de unidad y de equipo. Algo que nos diga que aún podemos aunarnos bajo una mima actividad. Algo que consiga aupar nuestro espíritu colectivo. Un todo para todos. 

El fútbol era un gran deporte colectivo. Nos ayudaba a saber que lugar ocupábamos en el campo. Como con nuestras limitaciones y virtudes podíamos ser útiles a un colectivo, nuestro equipo. Una fuerza en conjunto que podía enfrentarse a un equipo rival con el afán de demostrar, que éramos tan válidos como ellos o más. Una lucha sin sangre, una lucha por algo muy conocido por nosotros mismos y nuestros antepasados, el honor. El honor de la victoria o el honor de la derrota luchada. Pero este tiempo de fútbol murió, se terminó el día en el que no había el número suficiente de jugadores como para hacer un solo equipo.

Pero como bien conocido es, el Hombre (no es cosa de hombres exclusivamente, las mujeres también tienen el “espíritu”. Simplemente es un fallo de diseño lingüístico. ) sabe como rehacerse, como volver a dar vida a las ilusiones y como cumplir de nuevo, sueños ya vividos en el pasado. Es así, como el sueño de grandeza o la ilusión por formar parte de un conjunto. Nos animamos a hacer varios equipos de voleibol. Ahora cambiamos las porterías por red, la amplitud del campo inmenso, por las medidas estándar de un campo de voleibol. Nos adaptamos al medio, nos superamos a nosotros mismos y no encontramos de nuevo. Ahora las tardes, son tardes de voleibol. Volvemos a sentir la potencia en nuestro cuerpo. Nos volvemos ha sentir fuertes como unidad y fuertes como equipo. Volvemos a capitanearnos hacia la victoria, hacia el honor. Y lo más importante, nunca nos rendimos. Sabíamos que habíamos perdido algo. Pero no lloramos su pérdida, no vivimos del pasado esplendoroso sino que nos forjamos un futuro. Adaptándonos a nuevos tiempos, tiempos de cambio. 

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Vértigo

Con los pies en la tierra
Y siento vértigo.
Este mundo está trastocado.

Mi Corazón exaltado,
Pide paso.
Porque quiere ser escuchado.

Pero no lo escucho.
Él solo siente
Él nunca piensa.

El respirar angosto,
El respirar incierto.
Se apodera de mi cuerpo.
Y siento miedo.

¿A qué temo?
Al incierto futuro
Al presente turbio.

Por eso, siento
Como mis pies se hunden
Entre las arenas fangosas.
Se me cala el cuerpo.
Se me enfría el alma.
Se me para el tiempo

Congelado y paralizado
Por mundo que ya, no entiendo.
Que ya no comprendo.

Demasiadas preguntas
Demasiados miedos.
Mi cabeza en mil pedazos.
Un puzle con demasiadas piezas.
Que no sé como ordenarlas.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Palabras Juguetonas

Me faltaban las palabras.
Se habían escondido,
En pequeños huecos de mi alma.

Permanecían quietas, expectantes.
Por ser usadas.
Por ser mimadas.

Y aunque que mi boca
Permanecía muda.
En silencio nunca estuvo,
Mi mente.

Ella pensaba, jugaba
Alegre se divertía.
Con el juego de la vida.

Pues mientras exista vida.
Existe tiempo,
Y con él, mi oportunidad.

Para dejar escapar
A las palabras juguetonas

Que se esconden en mi alma. 

sábado, 8 de septiembre de 2012

El trébol de cinco hojas


Todo el mundo conoce el efecto milagroso de un trébol de cuatro hojas. Todo el mundo sabe que por su rareza, el trébol de cuatro hojas proporciona suerte a su dueño. Este fenómeno viene dado a la exclusividad del trébol de cuatro hojas. Que hermano de los de tres es casi único e  exclusivo. Pero más raro y especial que el de cuatro hojas, es el trébol de cinco. Casi único en su especie, este fenómeno aparece un 0.000001 % de las veces. Sus poderes son muy superiores a los simples tréboles de cuatro hojas. Pero como es bien sabido; “todo gran poder, conlleva una gran responsabilidad”. Y con esta historia que llegó a mis oídos, os advierto. Porque aunque lo toméis en broma. De donde yo soy, las meigas, los conjuros y mágico está muy presente. Y es tan real, como la vida misma. Porque la vida mis amigos aún se rige por lo mágico y lo espiritual.

Pepe campesino en la Galicia rural del siglo XVIII. Le comenta a su hermano Eladio de Tras da Mosa, el 
problema que no le deja dormir, ni descansar a él y a su mujer Elvira. Pues resulta que después de diez años de matrimonio la pareja no recogen el fruto de su pasión carnal. El vástago que tanto ansían, no aparece y eso que practican el juego del amor noche si y noche también. Este problema les atormenta, sobre todo a él. Pues resulta que entre las labores del campo y las labores maritales, no tiene tiempo para descansar. Y esto le está pasando factura en su vida y salud.

Su hermano Eladio le comenta que más allá de los montes de San Simón existe un curandero y sabio de los de antaño. Una especie de druida que cura los males a base de hierbas y recetas caseras. Y que este sabio es capaz de curar cualquier mal. Pepe conocedor de las buenas intenciones de su hermano Eladio hace caso del consejo. Así que prepara una excursión para visitar al druida de San Simón. Como escusa, le dice a su mujer que irá a por setas. Pues le da vergüenza reconocer que va a tratar dicho problema.
Pepe recorre los treinta kilómetros que separan su casa del monte se San Simón. Por el camino recoge algunas setas, las cuales va metiendo en su cesta de mimbre. Al llegar se encuentra con una pequeña casa construida a base de troncos. Y a la puerta un joven vestido como un pincel. De bigote pecto, arreglado y perfilado. Peinado como un señor, con su gomina y todo. Fumando uno cigarro en boquilla de plata. Pepe extrañado, le pregunta al muchacho.
-         
Oiga buen rapaz, Y usted. ¿Quién viene siendo?. Pepe tiene los ojos clavados en el joven. Y lo mira y remira con asombro.

El joven le contesta. – Yo, estimado paleto de pueblo. Yo soy el gran sabio del monte se San Simón. Soy conocido por mis poderes mágicos y mis buenos brebajes, que cuidan y arreglan  lo que Dios regala torcido.    
Pepe extrañado le relata su historia. No se fía ni un pelo del muchacho. Las historias que le contaron a cerca de los druidas nunca pero nunca, describían a alguien así. Pero Pepe estaba necesitado, así que aceptaría el consejo de este druida tan especial.

El druida después de escuchar la historia de Pepe le dice.  - Estimado paleto de pueblo. Usted lo que ha de 
hacer, es lo siguiente. Al bajar a su casa de pobre, fíjese en los pies y busque con esmero el trébol de cinco hojas. Cuando lo encuentre, frótese con él una sola vez. Frótese las partes pudientes, pero sólo una vez.

Pepe recoge la información con malar cara pero con esmero. Sabe que  no le queda otra que intentarlo y fiarse del peculiar druida. Al bajar va mirando a sus pies. Mira atento en busca del trébol de cinco hojas. Busca, busca, busca… busca desconfiado, pues le parece todo muy raro. Y casi, al llegar a casa, lo encuentra. Es un trébol de cinco hojas. Lo recoge, lo guarda con mimo en un pañuelo y entra en casa. Al llegar, con una sonrisa en la boca, besa a su mujer. Se dirige a la habitación y se frota varias veces con el trébol de cinco hojas. Su mujer sube a la habitación y después de dos días seguidos de pasión desenfrenada vuelven a su vida normal.

Pepe está encantadísimo, dos días de juegos con su señora. Dos días en los que sus únicas preocupaciones eran el placer. Si al final el trébol no funcionaba, tampoco pasaría nada.

Los meses pertinentes pasaron en casa de Pepe y de su mujer Elvira. La cual, quedó en estado y estaba a punto de dar a luz. El parto duró tres días, tres días duró porque Elvira trajo al mundo cinco varones. Pepe no muy feliz por lo ocurrido vuelve a hablar con su hermano Eladio. Le comenta lo sucedido. Le habla del druida, del trébol de cinco hojas, de los días de pasión…

Eladio sorprendido le dice.- Home Pepe, lo que me cuentas no es muy normal. Yo pienso que te confundiste con el druida. Ese me da a mí, que era un charlatán. Tanta falta de respeto, no se yo.   Y lo del trébol… De verdad que pienso que fue casualidad.

Pepe que sabía que su hermano Eladio no le engañaría, pensó para sus adentros. “y si tiene razón, si sólo fue casualidad”. Así que volvió a coger el trébol de cinco hojas y lo volvió a frotar por sus partes pudientes.  Esta vez frotó más veces que la anterior.

Elvira que parecía poseída por el demonio tomó a Pepe durante cinco días. Cinco días de pasión desenfrenada. Cinco días que fueron recordados nueve meses después cuando el pobre de Pepe se quedó viudo y con seis hijas más. Ahora Pepe tenía cinco hijos varones y seis hijas. Un total de 11 vástagos a los que cuidar y alimentar.

Pasaron los años hasta que Pepe pudo volver a escaparse al Monte de San Simón. Esta vez, para hablar con el Druida. Pepe caminó y caminó. Recorrió el monte en busca del druida y su casa. Buscaba respuesta y una solución. Pero nunca nada encontró. El druida ya no estaba en San Simón, su casa no aparecía y la noche le indicaba que a casa debía volver. Para poder cuidar de sus hijos.

Por eso amigos y amigas, nunca desprecies el poder de lo místico o mágico. Porque sólo un poquito habéis de creer para que esto se haga realidad. Y por supuesto, si encontráis un trébol de cinco hojas. Recordad por donde nunca lo debéis de frotar, o al menos recodar frotaros una vez, nada más.  

jueves, 6 de septiembre de 2012

CORAZÓN ASUSTADO

No asosiega el alma,
Ella se vuelve ciega.
Teme lo conocido
Lo que está por conocer.

El miedo ahoga mi ser,
Destruye mi cuerpo,
Anula mi mente.

Pánico escénico
En una representación conocida.
Yo soy su guionista.
Yo soy su director,
Su único actor.

Más en lo profundo de mi ser.
Yo mismo sé.
Que miedo, no he de tener.

Que no existe problema
Sino solución

Más en lo profundo de mi ser.
Yo mismo sé.
Que soy valiente.
Que mi mente
Que mi cuerpo
Han de responder.

Pues no existe camino
Que no tenga final.
Ni destino pasajero
Para el que no se rinde
Y quiere luchar. 

lunes, 3 de septiembre de 2012

DON JULIO IGLESIAS


Desde muy pequeño escuché historias sorprendentes. Me hablaron de seres humanos extraordinarios, seres humanos que eran capaces de cualquier proeza. Grandes jefes militares, héroes de acción, personas aparentemente normales que eludieron la muerte, grandes jefes, líderes poderosos… personajes cuyas historias o talentos eran más que dignos de estar presentes en las grandes enciclopedias.
Así fue,  como a mis oídos llegaron las leyendas de Julio Iglesias. Ese hombre cuyo segundo don era la canción. Ese hombre de tez morena y mirada intensa. Ten intensa era su mirar que aquellas mujeres que acudían a sus conciertos, y en primera fila se situaban, quedaban en cinta con su solo mirar. Hombre de manos firmes y juguetonas. Tan juguetonas que con el simple acariciar, la mujer dueña de tal aprecio, sentía en si la petite mort. Hombre de bellas palabras y profundas letras. Estas últimas si eran pronunciadas por cualquier hombre mortal. Bien dichas y  perfectamente entonadas, conseguían a efecto de conjuro embelesar a una mujer. Hombre de fuerte alma y profunda vida. Tal era su poderoso cuerpo, que cuenta la leyenda que sus toallas usadas, eran utilizadas como ingrediente para ese fármaco azul, que regala potencia amorosa al hombre. Julio Iglesias hombre de leyenda, de bandera y nación. Hombre o casi dios, ya no lo sé. Pero lo que si sé, es que sus historias a mis oídos llegaron cuando mi mente era joven. Y con estas historias yo soñaba en secreto. Soñaba ser él, soñaba  conocerlo. Pero ninguno de estos dos sueños llegaron a hacerse realidad.
Y ahora cuando mi juventud llegó a su fin y mi cuerpo torna a viejo. Resulta que las historias que me contaron se hicieron realidad. Las leyendas del prodigioso Julio Iglesias eran todas y cada una ciertas. Y si no me creéis, escuchad atentos este relato. Pues en él cuento toda la verdad y nada más que la verdad.   
Año 2022, mes de Agosto. En un cartel de la plaza aparece el rostro ya mayor de mi ídolo de juventud, don Julio Iglesias. Este semidiós posará su cuerpo en la nueva Plaza de las Ventas para dar un único concierto. En quince días Madrid se convertirá en el santuario del único, del elegido, del grande. Yo como fan incondicional, convenzo a mi mujer para hacer cola y conseguir las ansiadas entradas. Y así poder estar lo más cerca posible del Gran Julio. Una semana haciendo cola, siete días sin descanso. Pero objetivo conseguido, en mis manos dos entradas para verlo, para sentirlo. Pero como si fuera un castigo divino, esos siete días pasan factura a mi cuerpo y caigo enfermo. La tristeza invade mi corazón, ya no podré asistir al concierto de mi vida.
Pero yo, hombre de buen corazón decido que mi mujer pueda seguir adelante con misión divina. Así que ella asistirá al concierto con su amigo Gabriel. Como bien sabréis el nombre Gabriel está ligado al ángel protector que dio la buena nueva a María, madre del grandísimo J.C. (Jesucristo). Así que, con esas credenciales. Gabriel será buen encargado del cuidado de mi mujer. ¿Qué puede salir mal, si un enviado del Señor acompaña a mi mujer?     
Mi mujer y Gabriel asistieron al concierto, las entradas eran de primera fila. Algo que no me preocupaba, porque mi mujer y yo nunca pudimos tener hijos. El médico me  dijo que éramos estériles. Así que sabía que estábamos a salvo. Lo que nunca pude imaginar, es que mi mujer sería agraciada con la fortuna de poder ir al hotel en el que Julio estaba hospedado. Fue invitada por él mismo.  Mi mujer me relató cada momento vivido con el gran Julio. Como la miró, como le dedicó sus hermosas palabras, como el gran Julio que caballero como es,  posó su mano en su mejilla. Y como no,  mi  mujer al ser acariciada por Julio Iglesias sufrió esa petite mort. Y como es normal y no estaba acostumbrada, con tal golpe de calor se tuvo que quedar a dormir. Pues se sintió totalmente indispuesta para volver a casa. Gabriel caballero y buena persona se quedó con ella. Y como ángel protector y enviado de Dios no se separó de ella ni un solo instante. Le cantó las letras del gran Julio para que se quedara tranquila. Pero  se ve que las cantó con tan buena entonación, que sin querer se apropió de su alma. Mi mujer cayó enloquecida del bueno de Gabriel. Tan fuerte fue el hechizo, que hasta en cinta se quedó. Así que como es normal, se fueron a vivir juntos y a criar con esmero, el hijo del Master latino.
Ahora tengo confirmado, que las leyendas son más que ciertas. Que existen seres poderosos, capaces de eclipsar a la gente normal. Y si me equivoco y nada de eso fue verdad. Me da absolutamente igual. Porque es más fácil creerme esas historias que confirmar, que yo he hecho algo mal.   

PD: dejo una recopilación de sus éxistos musicales. Disfrutarlos con responsabilidad!!