El tiempo murió en nuestras manos.
Llegó a su final.
Entre palabras en
casas ajenas.
Curvas y más curvas.
Para ver la cuidad de los mil Froids.
Así murió el tiempo.
En nuestras manos.
Entre sábanas blancas, de calor potente.
Tiempo, tiempo de las mil sonrisas.
De las imágenes capturadas
Tiempo que jamás volverá.
Pero que será guardado
en un hueco de mi
memoria.
El lugar destinado al cariño, al amor. Al consuelo de malos momentos.
Y aunque este tiempo de las manos se nos escapó. Y jamás volverá.
Yo Loco soñador juro y perjuro, por este amor nuestro.
Que en este mundo hay puertas que siempre quedan abiertas.
Que en este mundo hay puertas que siempre quedan abiertas.
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