Palabras por el mundo

lunes, 2 de septiembre de 2013

Camino a la Felicidad. CAPITULO VI- Fuera complejos.

Camino a la Felicidad
Capítulo VI- Fuera complejos

Los complejos son un lastre que merman nuestra confianza y nuestras virtudes.  Existen complejos de todos los colores, olores y gustos.  Muchas personas se acomplejan con sus defectos, perdiendo así el buen camino a la felicidad.

Personalmente soy bajito y muy delgado. Desde muy pequeño mi altura siempre fue por debajo de la media de mi edad. Pero nunca dejé que esto me acomplejara.
Rápidamente comprendí que no existía nada inalcanzable. Por muy alto que estuviese, siempre podría alcanzarlo.

 Recuerdo que en el colegio tiraban mis tenis al otro lado del muro. Pensaban que como era bajito, nunca daría subido y que no podría cogerlos. Pero se equivocaban. Aprendí que apoyándome en la canasta alcanzaba el alto del muro. Y así, podía recoger mis tenis.

Otra cosa que me frustraba eran las estanterías o los altos de los armarios. Pero como buen macaco escalaba, trepaba o me subía a cualquier lado. Eso hacía que de un defecto hiciese una virtud. Pues me di cuenta que podría superar o alcanzar lo que quisiese. Es más, cada vez que trepaba o cogía algo de un alto me sentía supercontento y feliz. Me hacía sentirme orgulloso de mi mismo.

Como ya os dije; soy bajito y delgado. Mis brazos son como dos fideos. Ese músculo superdesarrollado… como que no existe. Pero eso no quita que sea capaz de transportar pesos. Es más aprendí varios trucos para llevar el mismo peso que cualquier otro. Era sencillo, ayudarme o bien de algún objeto o de mi paciencia. Y como no, del resultado del esfuerzo y la  superación nace la felicidad. También me di cuenta, que mis brazos fideos son especiales para meterlos en cualquier estrechez. Pudiendo así alcanzar sitios que para otros resultan imposibles.

Es por eso, que os digo: “Que fuera complejos. Que arriba las virtudes y el buen saber.” Porque el que quiere ser feliz. El que quiere conocer la felicidad. Ha de sentirse a gusto consigo mismo. Debe sonreírle a la vida, y a si mismo. 


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