Palabras por el mundo

lunes, 11 de marzo de 2013

Optimismo pragmático



                La gente que me conoce sabe que soy optimista. Que miro sin recelo el futuro, que intento realizar sin miedo mis sueños. Este optimismo intento plasmarlo en mis relatos o poemas. Porque en mí, hay un profundo sentimiento. El que se ilusiona. Lucha y lo consigue. El que es pesimista. De miedos se cubre, no lucha y fracasa.

Soy consciente, este mundo actual se derrumba. Todos los días nos llegan malas noticias. Crisis financiera, desempleo, parados de larga duración, corrupción… bombardeados por este tipo de palabras, nuestras mentes tienden a derrumbarse, a pensar que lo negativo es cierto y que no existe nada más. Este mundo loco e inestable se carga nuestros sueños, ahoga nuestras esperanzas y asfixia nuestras ilusiones.
Por eso creo que el optimismo es nuestra mejor arma. Nos permite reafirmarnos, ser sinceros con nosotros mismos y centrarnos, en lo que realmente queremos.

Muchas veces tengo la sensación que pensamos como los políticos. Es decir, blanco o negro. Basamos nuestra vida en una única ideología. Pensando que si esta ideología no encuentra una solución para nuestro problema. Este problema no tiene solución.

Por eso creo que hay que pensar como un ingeniero (no soy ingeniero, pero tuve el gusto de conocer a unos cuantos, e incluso convivir con uno). El ingeniero busca soluciones a problemas. Muchas veces, incluso abandona su idea principal para coger otra. Una idea del pasado o  de otra persona,  que realmente sí funciona. Esto no lo hace peor ingeniero, sino todo lo contrario. Lo hace aún más competente, fue capaz de encontrar una solución.  Es decir, problema = a solución. Lo importante no es llevar razón, sino encontrar la solución.

Creo que el optimista no debe tener miedo a equivocarse. El fracaso no significa el fin. Simplemente el final de un error y el principio de cómo hacerlo mejor. El que fracasa es porque lo intenta y el que lo intenta aprende. Todo el mundo fracasa. Personalmente fracaso con cada intento. No todos los poemas o relatos son bien acogidos, pero me marcan el camino a cómo hacerlos mejor. Eso me ayuda a crecer, me ilusiona pues me doy cuenta que puedo aprender y mejorar. Es decir fracaso = a primer paso a mejorar.

Muchas veces la frustración viene al definirnos. ¿Qué somos? Es muy fácil etiquetarnos, buscar una identidad en lo que creemos que somos, o en que nos representa. Para mí, esto es absurdo. No somos nada, simplemente somos lo que hacemos. Cuando escribo, soy escritor. Cuando cocino, cocinero. Cuando hablo, comunicador. Pero nada de esto me dice que soy. El limite como persona está marcado en todo aquello que podemos hacer. Y considero que las personas no tienen límite. Así que limitarnos etiquetándonos en algo sólo, no nos define, nos limita. Siempre debemos buscar superarnos, no encasillarnos.

Sé que el tiempo nos frustra. Tendemos a pensar que la vida son dos días. ¿Pero eso es real? Yo pienso que no. Me tomo la vida como una carrera de fondo, un maratón. La vida es vida, hasta que se termina. Y por muy viejo que seas, siempre tienes algo nuevo que hacer, algo nuevo que aprender. Pensad que la vida está hecha de etapas. Terminas una etapa y comienza otra. El cambio siempre es positivo, te mantiene vivo y despierto.

Algo que me ayuda a mantenerme positivo y optimista, es compartir ideas. Ideas, nunca problemas. Si compartes con otras personas ideas, siempre aparece una idea nueva. A más personas, más ideas. Esto es una cadena.  Si sólo compartes frustraciones, solo te responderán con más frustraciones. Y como he dicho antes, las frustraciones no solucionan problemas, los aumentan.

Por último y como colofón, quiero compartir con vosotros una experiencia. Desde muy pequeño, mis abuelos me llevaban a entierros. Los entierros en la Galicia rural, se hacían en casa del difunto. Estas reuniones para velar el cuerpo del fallecido. Eran como una especie de “fiesta  de despedida” (nada macabro).Digo que era una “fiesta” porque era una reunión de amigos y conocidos.  En ella, se contaban todo tipo de anécdotas sobre el difunto. Unas buenas y otras mejores. Era una forma de agradecerle, el pasar por nuestras vidas. Esto tanto se hacía de día, como por la noche. Pues los velatorios eran de 24 horas.

Es decir, un ir y venir de historias sobre la vida. Lo que tenían en común todas estas historias, es que siempre rebosaban valentía y optimismo. Es decir, que todas esas grandes hazañas, fueran cuales fueran. Eran realizadas sin miedo y siempre pensando que era posible realizarlas. También recuerdo como las grandes desilusiones o fracasos venían precedidos de la frase: Siento no haberlo intentado…
Siempre tuve la sensación, que la gente mayor con el paso del tiempo. Pierde el miedo a la vida. Es como, si al vivir tuviese la revelación  de que el triunfo de vivir, es simplemente vivir.  

Por eso creo, que cuando multitud de personas con la suficiente experiencia en la vida, coinciden en lo mismo. Es que algo de cierto habrá en ello. ¿Qué pensáis vosotros?



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