Pepe el Sastre marica de nacimiento, artista en el arte, Arte
de vestir. Esa que dominaba a la perfección. Pepe era conocedor de la moda, de
la tendencia y con gran delicadeza plasmaba el alma, del que tenía que vestir. En
Villa Conejos todo el mundo lucia sus ropas, parecía un pueblo de cuento. Los niños
parecían ángeles, las mujeres princesas y los hombres eran los más apuestos del
condado.

El secreto de Pepe era mostrar la belleza interior de cada
persona. Claro está, que en todo pueblo existen personas detestables. Pero tal
era la fama de Pepe, que las gentes del lugar hacían lo imposible para lucir
bondad. Así el bueno de Pepe les haría la ropa perfecta, el conjunto soñado,
para una vida de ensueño. Villa Conejos era un lugar casi mágico. Entre el arte
de Pepe y la buena conducta del sus gentes, este pueblo parecía el lugar
perfecto. Poco tiempo hubo de pasar hasta que la fama del lugar llegase a
nuevos pueblos. Turistas de todo el reino llegaban a Villa Conejos. Eran atraídos
por las buenas atenciones, la belleza del lugar y como no, por el arte de Pepe.
Un día llegó al pueblo el Guillermo III el justo. Este rey
conocedor del don de Pepe trajo consigo a sus cuatro hijos. Sabía de buena tinta,
que Pepe el Sastre hacía sus ropas según el alma de cada persona. El rey
Guillermo quería conocer cual de sus hijos sería merecedor de heredar su reino,
y por lo tanto ser el próximo rey justo.
Pepe el Sastre recibió al rey en su propia casa. Habló con
él durante muchas horas. Cuentan que tantas horas habló con el rey, que el vino
del pueblo se terminó, las prostitutas del pueblo hicieron su agosto y algún
niño se hizo mayor. Pero la negociación
llegó a buen puerto, el rey Guillermo se salió con la suya y el bueno de Pepe
con un gran dolor de rodillas atendió las exigencias del rey. Eso sí, los
cuatro herederos deberían estar cuatro meses en el pueblo. Cuatro meses en los
que no serían príncipes, sino ciudadanos de Villa Conejos. Es decir, vivir y
trabajar como uno más del pueblo. Así con el trato firmado, el rey Guillermo partió
con su corte y dejó a sus cuatro hijos.
Cuatro meses pasaron desde la visita de Guillermo III. El Rey
vuelve a Villa Conejos con su sequito y se reúne con Pepe el Sastre. Este le
recibe con sus cuatro hijos a la puerta. Estos hijos ya lucen ropas nuevas.
El rey Guillermo mira a sus cuatro vástagos y sus nuevas
ropas. Los examina de arriba abajo. Manda dar un paso a delante a cada hijo al
grito de: ¡HIJOO! Y es así, como comienza la escena.
¡HIJOO! - Y el primero de sus hijos da un paso a delante. Es
el hijo mayor, está vestido con un saco de patatas. De calzado lleva una
especie de platos puestos en los pies. El
rey Guillermo pregunta a Pepe.
-
Me puedes
explicar, ¿cómo mi hijo mayor está así vestido? Es un vagabundo, tal vez.
A lo que Pepe responde: - Perdóneme mi Rey. Su hijo no es un vagabundo. Es un delincuente, un
asesino. Su trabajo en el pueblo fue en una granja de pollos. Los cuales
murieron todos o de hambre o por sus magistrales clases de tiro.
El rey Guillermo responde. – Está claro que mi hijo mayor es una bestia parda. Y justa es su
vestimenta. Y su castigo bien recibido. ¡HIJOOO! Tú nunca serás rey.
El rey Guillermo llama a escena a su hijo menor.
-
¡HIJOO!
Este hijo menor luce unas pieles sin curtir e
ensangrentadas. No lleva calzado, sus pies están mugrosos y negros por la
tierra. El rey pregunta a Pepe.
-
Me quieres
explicar el motivo de que mi hijo luzca tal monstruosidad. ¿Qué debe hacer un
joven para vestirlo así?
A lo que Pepe responde:
-
Su hijo,
mi rey. Es detestable. Su trabajo en el pueblo consistía en ayudar en la posada
del pueblo. Pero él solo sabía ayudar de una manera. Aligerando el trabajo con
la muerte de sus clientes. A quienes luego de muertos les robaba sus dineros.
El rey Guillermo responde. – Está claro que mi hijo menor es una bestia parta. Y justa es su
vestimenta. Y su castigo bien recibido. ¡HIJOO! Tú nunca serás rey.
El rey Guillermo llama a escena a su siguiente hijo.
-
¡HIJOO!
Este hijo luce una preciosa vestimenta azul turquesa. Sus pies
son engalanados con unos zapatos del mismo color. El conjunto de este príncipe es
un sueño. Es más este príncipe parece sacado de un cuento de hadas.
-
Muy guapo,
este vástago mio parece un principito de cuento. ¿Qué debe hacer un joven para vestirlo así?
A lo que Pepe responde:
-
Su hijo es
un ángel. Trabajó duro en la panadería. Cuando Rodrigo, el panadero perdió a su
hijo, el suyo majestad fue un bálsamo de alegría. Gracias a él su pérdida
pareció menor de lo que fue. Además fue muy educado con todo el pueblo. Y rápidamente
se ganó el cariño y afecto de todos.
El rey Guillermo responde. – Está claro que mi hijo es un ángel. Y justa es su vestimenta y grandes
sus virtudes humanas. ¡HIJOO! Tú nunca serás rey.
El rey Guillermo llama a escena a su último hijo.
-
¡HIJOO!

Este último hijo aparece vestido tal y como había venido. El
rey sonríe, su gesto por primera vez se vuelve amable. Y con gran alegría dice:
-
¡HIJOO! Tú
y solamente tú serás rey.
El rey Guillermo se reúne de
nuevo con Pepe el Sastre. Acuerdan un precio justo por su trabajo. Pero Pepe se
niega a cobrarle sus servicios. A cambio quiere saber el porqué de su decisión.
Al rey Guillermo le parece justo, le responde.
-
Como bien
sabrás un rey nunca ha de ser odiado. Nunca puede ser malo, puesto que si él es
malo. El pueblo que entiende de justicia, hará justicia con él y pondrá fin a
su reinado. Pero un rey no puede pecar de bondad. Puesto que un rey demasiado
bueno, será tomado por el pito del sereno. Su pueblo le exigirá, le pedirá lo
que parece justo. Y si este cede siempre, nunca reinará pues será su pueblo
quien tome decisiones. ¿Lo entiende Pepe el Sastre?
-
Lo
entiendo mi rey. Pero porqué motivo escoges al único hijo que nada hizo. Que
simplemente se comportó como si estuviese en corte.
-
Porque ese
Pepe. Ese será el “justo”. Yo no tomo decisiones, únicamente hablo cuando me
toca hablar. Digo lo que me dicen que diga. Y aparento ser quien debo ser. Ese es
el motivo por el cual, mi hijo que nada hizo, será rey.
Así con
esta explicación se marcha el rey con sus cuatro hijos. Pepe el Sastre sigue
siendo el sastre del pueblo. Villa Conejos sigue siendo un pueblo de ensueño.
Pero con el paso del tiempo Pepe se da cuenta que sólo es un sastre. Que captar
la atención de sus clientes con la belleza de su alma, no lo hace mejor, sino
más tonto. Es así, como Pepe de oficio sastre decide vivir sus años en este
mundo haciendo ropa. Ya nunca más trabajó con el alma humana. Porque lo que uno
es, es y nada más.