¿Cómo decirte adiós? Pues superando mis miedos. No es que me
quiera despedirme ya, nunca quise ni querré decirte adiós. Sé que en el momento
justo tendré que hacerlo de verdad. Y eso me destroza por dentro. Como encajar
la pérdida de un amigo, una perdida temprana e injusta. Pues será superando mis miedos, aceptando tu
muerte, no como un paso hacia atrás, sino el nuevo comenzar. Un nuevo viaje en
tu nueva vida, un nuevo episodio en mi vida. Un adiós que nunca será
eterno. Porque sé algo que contigo estoy
dispuesto a compartir. Según he leído, existe una leyenda. Es antigua, muy
antigua. Se puede decir, que es anterior a todo lo conocido. Y en ella, se dice
lo siguiente:
Antes de cualquier tiempo pasado. El Dios del cielo creó un
mundo muy similar a este. En él existía lo mismo que existe ahora. Animales,
plantas, cielo, tierra, mar, aire… todo lo que ahora existe, todo menos una
cosa, la muerte. Esta era la única diferencia en ese mundo. La muerte no
existía. Así que todo organismo viviente era inmortal. El Dios del cielo, ese
gran observador comprobó que la inmortalidad en la tierra, hacía que en ese
mundo la vida careciese de sentido. No eran tomadas decisiones, los seres allí
existentes eran fríos como el mismísimo hielo. Nada les importaba, nada. No
sentían, no amaban, no se ilusionaban, nada. El Dios del cielo comprobaba como
cada día en ese mundo era un desastre. Como esa
vida a era como no vivirla. No era una experiencia gratificante e
enriquecedora. Solo era eso, tiempo sobre tiempo.
El Dios del cielo
frustrado por ese experimento fallido decidió
hacer algo. Fue entonces cuando creó un segundo mundo.
En ese nuevo mundo existiría la muerte. Este nuevo concepto, haría que
los seres vivos perdiesen la vida. La perderían según el tiempo trascurrido en
él o bien, según las decisiones que uno tomase. El Dios del cielo dejó pasar el
tiempo, observó. Y pudo ver como todos tenían miedo de todos. Este nuevo
concepto, la muerte atormentaba sobre
todo a los humanos, que los volvía violentos e inestables. Los humanos atacaban
a todo, animales, plantas e incluso a ellos mismos. Generando un miedo
increíble a vivir. La vida ahora ya no era tiempo sobre tiempo. Sino que era
una lucha sin fin, un caos eterno que no llegaba a ninguna parte.
Así fue como el Dios
del cielo de nuevo frustrado por su nuevo intento. Decidió tomar cartas en el
asunto. Y esta vez decidió crear otro nuevo mundo. Pero esta vez el sería más
participe en él. Así que cada vez que alguien quisiese formar parte de este
nuevo mundo. Él estaría ahí, para hacer una proposición, la siguiente.
Justo antes de nacer, él se nos aparecería. Y nos diría,
estas justas palabras:
“¿estás dispuesto a
vivir y morir en este mundo que yo te regalo?”.
Si nuestra respuesta
era negativa, él inmediatamente haría que naciésemos muertos, que nuestra vida
nunca comenzase. Pero si nuestra respuesta fuese afirmativa. El Dios del cielo,
no solo nos recompensaría con la vida, sino que a cambio. Cuando esta
terminase, nos daría una segunda vida. Una segunda oportunidad en uno de estos
anteriores mundos. O bien vivir una vida
eterna en un mundo sin muerte ni miedo, en donde podríamos recordar nuestra
vida pasada. Por siempre jamás. O bien una vida de terror y caos en mundo en
donde la muerte lo es todo, y nos acecharía en cada esquina.
Por eso mi amigo, sé que tú fuiste fuerte y firme desde un
primer momento. Porque elegiste vivir para poder morir. Porque elegiste morir
para poder vivir. Por eso amigo, tengo que superar mis miedos, para poder
compartir lo que te quede de vida. Para que así, cuando tu paso por este mundo
termine. Te quede en el recuerdo esos momentos compartidos, en los que fuimos
realmente felices. Y que tu espera en el otro mundo, sea lo suficiente agradable y placentera mientras
yo no llegue. Porque aunque este camino se esté terminando, yo sé que aún nos
queda mucho camino por caminar. Y en él yo te debo sonrisas, no solo lágrimas
que derramar.
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