Me muero por dentro, y sé, que pierdo el tiempo. Aquí en mi
cama, de donde no me quiero mover, de donde ya no puedo escapar. Por eso ahora
lloro el lamento, de mi condena, que no soy capaz de superar. Porque no estoy
preparado para entender, que mi mundo se acaba en la punta de los pies, que
ahora no son capaces de moverse, auque solo sea una vez mas.
Mi mundo ahora es, una cabeza conectada a unos cables, que
me unen a una máquina, que me dice que estoy vivo, con cada pitido, que mi
triste oído tiene que oír, en toda esta vida que aún me queda por vivir, o
simplemente sufrir. Porque no es mas grave, perder una mano, que seguir
teniendo recuerdos, porque estés son los que limitan, mi placer, al saber, que
ya nunca seré aquel, que un día fui. Un ser, verdadero y entero, que era capaz
de andar, tocar o simplemente valerse por uno mismo y no tener que depender, de
tristes máquinas que hacen insufribles cada día, o depender de esas personas,
que conmigo mueren cada día, esa personas que, a las que un día pude querer, y
ahora solo puedo mirar como tocan unas manos, que ya no sienten ese calor que
antes podía gozar. Pues ahora ya estoy muerto,
ya estoy mas en el otro mundo que en este.
Morir no es un paso que me de miedo, sino que me alegra,
porque así sé, que ya nadie, tendrá que fingir que todo irá bien, cuando en
realidad nada mas cruzar la puerta, como buenos actores, cambian su rostro para
demostrar su tristeza, hacia un muerto que ya no vive sino que espera con
impaciencia la llamada de una muerte, ya anunciada que no quiere llegar, para
así poder dar la libertad, a un preso, que encarcelado en su cuerpo, no puede
escapar.
Como último esfuerzo sólo me queda la imaginación, que sabiendo que no es más que una sucia
mentira. Esa que consigue que en mi rostro siga teniendo una vez más, una
tímida sonrisa. Al poder imaginar una vez más, una vida que no es mía, pero que
pudo serla. Una vida en la que puedo andar, tocar, jugar una vez más, en un
mundo que me ha sido robado, en un triste día, que vuelve a mi mente en pleno
sueño, para recordarme cual es la realidad.
Por eso quiero que esta mierda de historia termine, pero no
sin antes poder explicar, porque la muerte no es un castigo sino un alivio,
para alguien que un día conoció la felicidad, de ser padre y al día siguiente
conoció en sus carnes la desgracia al saber que su vida termina, tendido en una
cama, lugar prohibido para un hijo, que ya nunca tendrá a su padre, pero que
algún día otro tendrá, que espero que sepa enseñarle, lo que yo, nunca le pude
enseñar.
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