EL HOMBRE QUE SIEMPRE LLORA

Desgraciadamente todos conocemos un individuo como este. Un llorador, un acosador de la pena. Pues este elemento persigue al dolor, al igual que las abejas persiguen el néctar de las flores en  primavera. El hombre que siempre llora tiene la vista cansada, pues en él no existe ilusión y todo lo que ve, en problema lo convierte.

Así es el hombre que siempre llora. Un triste, un desahuciado de la vida. En su mundo no existe el color, la alegría o la sonrisa. Si algo puede salir mal, dalo por hecho. Saldrá mal.  El hombre que siempre llora atrae a los problemas al igual, que la mierda atrae a las moscas. Y es que un poco, mierdas es él. Porque así se siente, así se quiere sentir. Le gusta ser pisoteado, aplastado por todo tipo de zapatos. Le da igual que sean de hombre o que lleven tacón. Humillado se siente él, y humillado quiere que lo vean.

Y es aquí, en donde entra la leyenda. Pues cuenta que cuando el hombre que siempre llora estaba el colegio. Buscada desesperadamente que su cara fuera cruzada. Tanto le daba que fuesen sus compañeros o sus profesores. Pero él. Él buscaba problemas. Decía tonterías para que de él se rieran. Insultaba a los compañeros, para que palizas le pegaran. No hacía sus tareas para que los profesores le riñeran. Así era el hombre que siempre lloraba.

Pero no penséis que con el tiempo cambió. Sino todo lo contrario, aumentó más su estupidez. Pues grande era el proyecto que se tenía entre manos. Buscaba malos trabajos, malos amigos, malas experiencias. Pues lo más importante, era llorarle al mundo.

Tan grande hizo su leyenda, que de tonto se volvió loco. Comenzó a llorar sus penas en todas las esquinas. Vagabundeando por el mundo ataviado con sus lamentos. El hombre que siempre llora, nunca fue feliz. Cien años duró, y triste murió.

No quiero dármelas de listo, porque poco de este mundo sé. Pero si algo de esto de limpio he quitado. Es que, por muchas penas que puedas llorar. Si sólo las lloras, jamás le encontrarás solución.