Casi siempre despierta Teresa antes que Javier. Cuando esto
ocurre Teresa mueve a Javier para comenzar juntos el día. Pero hoy ha sido al
revés. Hoy Javier despertó antes que Teresa.
Él la mira, la observa. Comprueba como descansa con felicidad.
Javier evita moverse en la cama o hacer el mínimo de los
ruidos. Le gusta ver a Teresa descansar. Sabe que a Teresa le viene bien este
descanso. Así que casi inmóvil se queda el la cama y piensa.
Que piensa Javier, pues normalmente muchas cosas. Suelen ser
ideas del diario, esas del día a día. Pero hoy extrañamente se le viene a la
cabeza un recuerdo. Un recuerdo de cuando era pequeño. Un recuerdo que le
persigue hasta hoy.
Javier recuerda cuando tenía dos años. Cuando compartía cama
con su madre. El padre de Javier estaba mucho tiempo fuera y cada vez que su
padre por cuestiones de trabajo se marchaba de casa, Javier ocupaba el lugar de
este en la cama. Javier recuerda como cogía su osito azul de peluche y
lentamente ocupaba su lugar en la cama. Como plácidamente dormía con su madre. Javier
recuerda que cuando su padre volvía él tenía que volver a su cama. No podía
dormir en cama con su madre.
Javier sonríe al recordar esa frase que le dedicaba a su
padre cada vez que venía;
“Papá. ¿Cuándo te
vas?”
No era por disfrutar de la compañía de su padre, si no todo
lo contrario. Se lo decía porque le encantaba compartir cama con su madre. Con ella,
al dormir se sentía seguro, se sentía
bien. Al igual que al dormir con Teresa.
Parece extraño, Javier compartió cama con más mujeres. Pero si
es sincero consigo mismo y con ellas. Javier tiene que admitir que no es lo
mismo compartir cama que dormir. Incluso debe admitir que no se sentía cómodo
compartiendo cama. Pero todo lo contrario pasa con Teresa. Con ella no solo se
siente cómodo, sino que desea dormir con ella. Es más si no duerme con ella el
descanso se nota. Por segunda vez en su vida se siente tranquilo al dormir, a
gusto y feliz.
Javier no cambiaría a Teresa por nada del mundo. Con ella se
siente cómodo, a gusto, relajado. Javier confía en Teresa. Es por eso, que cuando Javier despierta a su
lado sonríe. Sonríe de felicidad. Sonríe porque se siente afortunado. Afortunado
de tener su confianza, su cariño.
Teresa despierta. Javier se mueve hacia ella y con una
sonrisa en los labios. Le dice.
“Buenos días, tesoro”.
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