Mi alma y yo tenemos
el placer de comunicarnos. Juntos formamos un tándem, una pareja inseparable. Ella
me habla y yo… yo lo transcribo, le doy
sentido con palabras. A este resultado le llamo poesía.
Poesía resultado de
la comunicación entra alma y poeta. Sentimientos, miedos y preocupaciones.
Pasiones en
una sola palabra.
Pero cierto es, así es
como yo me comunico con mi alma. Dejo que ella me hable y yo tan solo escribo lo que ella me dicta.
¿Cómo sé que el alma me habla?
Porque cuando ella habla, yo me vacío. No pienso sólo disfruto e
escucho. Mi mente no funciona, y si funciona es a mínimos. Sé que el alma me
habla, lo noto. Noto como todo se para. Ya no existe el tiempo. Lo noto y noto
como el respirar ya no es igual. Como… como en mí existe algo superior que me
impulsa, que me hace percibir con más claridad, asta el más oculto de mis
pensamientos.
Mi alma y yo somos
uno. Estamos unidos y siento como parte de mí es ella. Como parte de ella soy
yo. Sé también que cuando me disgusto mi alma que es más sensible se duele por
mí. Pero su dolor siempre es más intenso que el mio propio. Y es por eso que
muchas veces, lo odio. El comunicarme
con mi alma, hace que el dolor sea aún mayor, más intenso. Más doloroso aún si cabe.
Es por eso que con mi
alma lo pago. Por eso pienso en quemarla, en partirla en dos, o en mil pedazos
si pudiera.
Pero el alma es
superior a mí. Ella es nuestra esencia,
nuestro espíritu, nuestro origen. Y aunque quisiésemos jamás lo destruiríamos,
sin destruirnos a nosotros mismos.
Por ello, yo cuido mi
alma, le mimo y con ella me comunico. Porque al igual que más fuerte es el dolor.
Más fuerte con ella es la Felicidad.
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