
Todo el mundo conoce el efecto milagroso de un trébol de
cuatro hojas. Todo el mundo sabe que por su rareza, el trébol de cuatro hojas
proporciona suerte a su dueño. Este fenómeno viene dado a la exclusividad del
trébol de cuatro hojas. Que hermano de los de tres es casi único e exclusivo. Pero más raro y especial que el de
cuatro hojas, es el trébol de cinco. Casi único en su especie, este fenómeno aparece
un 0.000001 % de las veces. Sus poderes son muy superiores a los simples
tréboles de cuatro hojas. Pero como es bien sabido; “todo gran poder, conlleva una
gran responsabilidad”. Y con esta historia que llegó a mis oídos, os advierto. Porque
aunque lo toméis en broma. De donde yo soy, las meigas, los conjuros y mágico
está muy presente. Y es tan real, como la vida misma. Porque la vida mis amigos
aún se rige por lo mágico y lo espiritual.
Pepe campesino en la Galicia rural del siglo XVIII. Le comenta
a su hermano Eladio de Tras da Mosa, el
problema que no le deja dormir, ni descansar
a él y a su mujer Elvira. Pues resulta que después de diez años de matrimonio
la pareja no recogen el fruto de su pasión carnal. El vástago que tanto ansían,
no aparece y eso que practican el juego del amor noche si y noche también. Este
problema les atormenta, sobre todo a él. Pues resulta que entre las labores del
campo y las labores maritales, no tiene tiempo para descansar. Y esto le está
pasando factura en su vida y salud.
Su hermano Eladio le comenta que más allá de los montes de
San Simón existe un curandero y sabio de los de antaño. Una especie de druida
que cura los males a base de hierbas y recetas caseras. Y que este sabio es
capaz de curar cualquier mal. Pepe conocedor de las buenas intenciones de su
hermano Eladio hace caso del consejo. Así que prepara una excursión para
visitar al druida de San Simón. Como escusa, le dice a su mujer que irá a por
setas. Pues le da vergüenza reconocer que va a tratar dicho problema.
Pepe recorre los treinta kilómetros que separan su casa del
monte se San Simón. Por el camino recoge algunas setas, las cuales va metiendo
en su cesta de mimbre. Al llegar se encuentra con una pequeña casa construida a
base de troncos. Y a la puerta un joven vestido como un pincel. De bigote
pecto, arreglado y perfilado. Peinado como un señor, con su gomina y todo. Fumando
uno cigarro en boquilla de plata. Pepe extrañado, le pregunta al muchacho.
-
Oiga buen rapaz, Y usted. ¿Quién viene siendo?. Pepe
tiene los ojos clavados en el joven. Y lo mira y remira con asombro.
El joven le contesta. – Yo, estimado paleto de pueblo. Yo
soy el gran sabio del monte se San Simón. Soy conocido por mis poderes mágicos
y mis buenos brebajes, que cuidan y arreglan lo que Dios regala torcido.
Pepe extrañado le relata su historia. No se fía ni un pelo
del muchacho. Las historias que le contaron a cerca de los druidas nunca pero
nunca, describían a alguien así. Pero Pepe estaba necesitado, así que aceptaría
el consejo de este druida tan especial.
El druida después de escuchar la historia de Pepe le
dice. - Estimado paleto de pueblo. Usted
lo que ha de

hacer, es lo siguiente. Al bajar a su casa de pobre, fíjese en los
pies y busque con esmero el trébol de cinco hojas. Cuando lo encuentre, frótese
con él una sola vez. Frótese las partes pudientes, pero sólo una vez.
Pepe recoge la información con malar cara pero con esmero. Sabe
que no le queda otra que intentarlo y
fiarse del peculiar druida. Al bajar va mirando a sus pies. Mira atento en
busca del trébol de cinco hojas. Busca, busca, busca… busca desconfiado, pues
le parece todo muy raro. Y casi, al llegar a casa, lo encuentra. Es un trébol
de cinco hojas. Lo recoge, lo guarda con mimo en un pañuelo y entra en casa. Al
llegar, con una sonrisa en la boca, besa a su mujer. Se dirige a la habitación y
se frota varias veces con el trébol de cinco hojas. Su mujer sube a la habitación
y después de dos días seguidos de pasión desenfrenada vuelven a su vida normal.
Pepe está encantadísimo, dos días de juegos con su señora. Dos
días en los que sus únicas preocupaciones eran el placer. Si al final el trébol
no funcionaba, tampoco pasaría nada.
Los meses pertinentes pasaron en casa de Pepe y de su mujer
Elvira. La cual, quedó en estado y estaba a punto de dar a luz. El parto duró
tres días, tres días duró porque Elvira trajo al mundo cinco varones. Pepe no
muy feliz por lo ocurrido vuelve a hablar con su hermano Eladio. Le comenta lo
sucedido. Le habla del druida, del trébol de cinco hojas, de los días de pasión…
Eladio sorprendido le dice.- Home Pepe, lo que me cuentas no
es muy normal. Yo pienso que te confundiste con el druida. Ese me da a mí, que
era un charlatán. Tanta falta de respeto, no se yo. Y lo
del trébol… De verdad que pienso que fue casualidad.
Pepe que sabía que su hermano Eladio no le engañaría, pensó
para sus adentros. “y si tiene razón, si sólo fue casualidad”. Así que volvió a
coger el trébol de cinco hojas y lo volvió a frotar por sus partes pudientes. Esta vez frotó más veces que la anterior.
Elvira que parecía poseída por el demonio tomó a Pepe durante
cinco días. Cinco días de pasión desenfrenada. Cinco días que fueron recordados
nueve meses después cuando el pobre de Pepe se quedó viudo y con seis hijas
más. Ahora Pepe tenía cinco hijos varones y seis hijas. Un total de 11 vástagos
a los que cuidar y alimentar.
Pasaron los años hasta que Pepe pudo volver a escaparse al
Monte de San Simón. Esta vez, para hablar con el Druida. Pepe caminó y caminó.
Recorrió el monte en busca del druida y su casa. Buscaba respuesta y una
solución. Pero nunca nada encontró. El druida ya no estaba en San Simón, su
casa no aparecía y la noche le indicaba que a casa debía volver. Para poder
cuidar de sus hijos.
Por eso amigos y amigas, nunca desprecies el poder de lo
místico o mágico. Porque sólo un poquito habéis de creer para que esto se haga
realidad. Y por supuesto, si encontráis un trébol de cinco hojas. Recordad por
donde nunca lo debéis de frotar, o al menos recodar frotaros una vez, nada más.