Recuerdo que tenía unos 17 o 18 años. Acababa de ver el vídeo en una cadena de música alemana. Recuerdo, que me quedé totalmente
impresionado. Era algo tan erótico-festivo. Era algo tan natural y gracioso. Era
algo tan increíble para mis ojos. Que raudo como el viento, fue corriendo a junto
de mis amigos. Recuerdo que llegué sin aliento, fuera de mí. El sonido de la música
aún resonaba en mis oídos. Cada imagen golpeaba con fuerza mi mente. Era como,
si tatuada en mi cerebro, quedasen cada fotograma.
Pero llegué a junto de ellos. Y con la emoción, intenté
explicarles lo que había visto:
“Era un hombre que… y
entonces… MUJERES…Hacían gimnasia, pero no era gimnasia… era… y estaban todas…
Y entonces… se movían y hacían posturas…Y las había para todos los gustos… y…cada
movimiento bufff…era la perfección.”
Eso fue más o menos lo que pude pronunciar. Pero no me
entendieron. No entendieron ni lo más mínimo de lo que yo, quería expresar. Y
aunque las imágenes estaban claras en mi
cabeza. Mi mente no fue capaz de asimilarlas, de tal manera que mi boca pudiese
transmitirlas.
Un tiempo después, volvimos a ver el vídeo todos juntos. Pero
ya no era lo mismo. La impresión del momento, se había esfumado. Sé que todo
esto puedo sonar a “chufla” a una “ pájara” de un niñato salido. Pero es mi manera
de contar, que algunas veces nos dejamos llevar por pequeñas emociones. Nos impresionamos,
nos dejamos llevar y acabamos pensando con nuestro estómago, no con nuestra
cabeza. Y por mucho que hablemos, discutimos, o intentemos expresar nuestras
ideas. Todo lo que digamos no será nada. Pues no estaremos más que hablando con
el estómago. Un órgano que no se creó para pensar, sino para pedir, exigir y
disfrutar.
PD: Si hay algún curioso o curiosa que quiera ver el vídeo:
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