Para
todos los que se sienten JODIDOS. Es decir, TODOS. Porque hoy en día. Bien sea
por H o por B. Todos tenemos nuestros problemas. Para ellos les dedico estas palabras. Que como
bien sabéis no son ley. Únicamente son fruto de una observación obsesiva por mi
gran fascinación, el mundo.
Un mundo que nos devora. Primero con ese vacío que es la
muerte. Esa sensación de que día a día debemos sobrevivir. Superar a nuestro
propio cuerpo e entorno para poder seguir vivos un día más. Algo que al
principio no hacemos solos, sino con la ayuda de nuestros padres. Quien nos
cuidan y nos atienden. Y aunque poco a
poco nuestra dependencia es menor. El concepto de sobrevivir sigue presente. De
hecho, nunca nos abandona.
Un mundo que nos
devora. Una vez intentamos despegar de nuestro nido. Nos encontramos con un
mundo hostil. Un mundo en donde todas las personas, conocidas o desconocidas
pasan a ser enemigos. Rivales a batir. Bien sea por nuestro espacio, nuestro
trabajo o por la oportunidad de acceder a él.
Un mundo que nos
devora. Nos amarga con su compañero, el tiempo. Ese que poco a poco se acumula
en nuestras espaldas. Cargándonos el peso de los años. Eses, que año a año
pesan más y más. Haciendo que nuestros cuerpos se arruguen, nuestros huesos se
deshagan y nuestros órganos se vuelvan más vagos, menos funcionales.
Un mundo que a priori, es cruel con nuestra existencia. Un mundo
que deberíamos odiar. Un mundo, que si fuésemos justos con él, lo debíamos destruir.
Aplacar en él toda nuestra ira, desahogarnos con su dolor. Un mundo que nada
nos da y que todo nos lo quita.
Pero como bien sabéis, la justicia no es muy efectiva. Solo es
un baremo. Una vara de medir, como se dice en mi pueblo. Una amante esquiva que
nos sorprende algunos días y que otros nos encandila… y como sabréis también lo
justo, se queda corto.
Por eso quiero que diseccionéis
el mundo. Que lo formuléis y lo reformuléis. Que una vez encontrada su
ecuación. Esa, en donde vosotros estéis presentes. Podáis despejar todas sus incógnitas.
Y una vez despejadas. Las desgloséis. Hagáis,
no una lista de pros y contras. Sino sólo una lista de pros. Y sólo y únicamente os quedéis con ellos. Porque
sólo ese lado de la vida os hará levantaros día sí y día también. Porque solo
vivimos de lo bueno, pues lo malo nos amarga. Y la amargura es el ácido del
alma. Un ácido tan potente que no solo quema sino que destruye. Y como todos
sabéis, un cuerpo sin alma. Solo es eso, un cuerpo. Un autómata más que a lo
único que puede aspirar es a despedirse de este mundo. Sin más pena que gloria.
Y vosotros, amantes de la vida, de la arte, de la cultura,
de lo bello, del vivir. Debéis recoger gloria, alegría, belleza… irse de este
mundo con el mejor de sus pedazos. Con la mejor de las sonrisas. Siendo así
testigo e imagen de la superación. Demostrándole a este mundo que nos devora. Que
la genialidad humana no es efímera, sino fruto de la adaptación y la superación.